miércoles, 30 de abril de 2014

NADAL ES OTRA HISTORIA.


Tras la eliminación rápida en Wimbledon del año pasado Rafael Nadal, muy afectado en sus rodillas, decidió parar de jugar. La recuperación se hizo eterna llena de sufrimientos e incertidumbre y sin saber muy bien si llegaría al final del camino.
Tras siete meses sin competir decidió hacer parte del circuito sudamericano de tierra para evaluar un poco su situación y ver la realidad de su estado físico.
Reapareció en Viña del Mar en Chile. Sin rodaje, con miedo y pensando en una posible retirada. Logró hacer un buen torneo en el que fue finalista perdiendo ante Horacio Zeballos en tres sets. Pudo haber ganado pero en el segundo set una bola tocó la red y cayó del lado que no debía. Luego le fallaron las fuerzas y perdió la final. La segunda etapa fue Sao Paulo. La pista estaba horrible pero aguantó el tipo y vio que sus piernas respondían mejor de lo esperado. Ganó el torneo y se fue para Acapulco. Esta ya era un ATP 500 con mejores jugadores pero Nadal ya había entendido que estaba en el buen camino. Jugó a gran nivel en los partidos claves, ante Almagro en semifinales y frente a Ferrer en la final al que vapuleó. En la rueda de prensa posterior a la final le preguntaron que tendría que mejorar para ganar a los Djokovic, Federer, Murray, etc. “No puedo mejorar nada, he jugado un partido perfecto”, dijo Rafa. Tenía razón. Yo había decidido seguirle en su reaparición y doy fe de ello.
Pleno de moral decidió acudir a la pista rápida de Indian Wells ampliando el reto. Jugó de forma increíble y se llevó el título. Con la satisfacción del deber más que cumplido y para descansar y no machacarse decidió pasar de Miami.



Tras el descanso y sin haber entrenado lo suficiente acudió a Montecarlo. No fue a ganar ,fue a reaparecer y a dar la cara en un torneo donde es un ídolo con sus ocho victorias consecutivas. Llegó a la final y la perdió con Djokovic aunque tuvo opciones de ganarla pero sabía que no llegó preparado. Luego victorias en Barcelona, Madrid, Roma y otra histórica en Roland Garros.
Renunció a Halle y a punto estuvo de no jugar en Wimbledon pero era “La Catedral” y sin ganas se acercó al All England Tennis Club. Discutió con su tío Toni que le acusó de falta de espíritu pero él sabía que nada iba a sacar allí y perdió en primera ronda. Había sufrido mucho en su andadura desde Viña a Londres y quizás fue un acierto caer rápido ya que pudo descansar y plantearse el circuito americano con nuevos bríos. Primero Montreal, luego Cincinnati y finalmente el US Open vieron triunfar al héroe español. Jugó partidos memorables y dejó claro que el número 1 era ya suyo de nuevo. Dijo que no lo iba a buscar pero estaba claro que el número 1 le iba a buscar a él.
Y así fue. Tras una Copa Davis ante Ucrania para ayudar a España  a no salir del Grupo Mundial, acudió a Pekín. Necesitaba alcanzar la final para sumar los puntos necesarios y poder desbancar a Djokovic. Primero Giraldo y luego Kohlschreiber, Fognini, y Berdych cayeron a sus pies. Con la victoria ante el checo que se lesionó cuando perdía 4-2, Nadal ya fue semifinalista y por lo tanto el nuevo número 1 del mundo.
Cada jugador tiene su estilo y nadie le puede negar ningún mérito ni a Federer, ni a Djokovic pero en mi opinión el mejor es el que gana y Nadal ha dejado claro que hoy por hoy es el mejor. Un genio anda suelto y es español. Gran jugador y mejor persona, no le neguemos lo que vale. Lo que venga después le hará sin duda más número 1.    
Miguel Angel Zubiarrain

Director de Grand Slam de Tenis

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